Fuente Dé – Refugio Cabaña Verónica – Puertos de Áliva
“ 300 millones de años han sido necesarios para que los Picos de Europa presenten su actual topografía; distintos plegamientos y glaciaciones han conformado su tortuoso paisaje, de altivas montañas presididas por impresionantes agujas y afiladas aristas, de profundas y retorcidas gargantas surcadas por aguas cristalinas, que dan paso a frondosos valles cubiertos de bosques y praderas”.
Este pasado fin de semana, parte del equipo de El Camino sostenible, hemos realizado senderismo por el espectacular Parque Nacional Picos de Europa, el cual forma parte del conjunto de Reservas de la Biosfera españolas, más concretamente en la provincia de Cantabria. Su inicio se remonta a 1918, circunscrito a la Montaña de Covadonga, siendo este, el primer espacio de España declarado parque nacional. Es Reserva de la Biosfera desde 2003 y acoge las cumbres más altas de la cordillera cantábrica, como puede ser el Picu Urriellu. España es el tercer país con mayor número de Reservas de Biosfera y el primero en porcentaje de territorio bajo esa denominación. Un espacio donde se produce una conciliación entre la conservación de la diversidad biológica y el desarrollo económico de las poblaciones asentadas en dichos espacios. Lugares con una potente atracción, que impulsa el desarrollo sostenible y atrae visitantes, cada año, de todas partes del mundo.
Tras una historia milenaria de sus montañas, el 30 de mayo de 1995, las Cortes Generales aprueban la declaración del Parque Nacional de los Picos de Europa. Su historia y su gran fama por todo el territorio español, no sólo como paraje natural sino como espacio perfecto de convivencia entre medio natural y acción humana, han sido elementos que nos han influenciado a la hora de realizar esta visita, y de fomentar así un turismo más sostenible, nacional y en un entorno de gran calidad medioambiental. Todo sucede más lento en el Parque Nacional, donde sientes, de verdad, la fuerza del entorno natural.
https://parquenacionalpicoseuropa.es/
Todo comienza en la localidad de Espinama, perteneciente al ayuntamiento de Liébana, donde fuimos acogidos gratamente por la gente local, en especial por el personal de “La Tarabilla Espinama”, un acogedor bar donde pudimos cenar y disfrutar de sidra cántabra. Al día siguiente nos dirigimos hacia el Funicular de Fuente Dé, donde comenzaba nuestra subida al macizo de Picos de Europa. La subida al refugio de Cabaña Verónica trajo consigo unas vistas espectaculares y con un denominador común, los desfiladeros. Una subida abrupta por momentos y que ya nos hizo valorar la cultura del esfuerzo desde el inicio de sus serpenteantes subidas. Nos sorprendió la cantidad de gente y de todas las edades, las cuales estaban disfrutando como nosotros, de un fin de semana de senderismo, con la familia o los amigos.
El resto del día fuimos descendiendo en altura, pero las piernas notaban incluso más los descensos que las subidas. Las vistas fueron cambiando según avanzaba el día, pasamos de un paraje de altura sin prácticamente vegetación y de altos picos, a lugares de amplio césped bajo, por el cuál corría el viento colina abajo, donde pastaban caballos y vacas. Ofreciéndonos espectaculares paisajes, donde se divisaban altos picos como murallas. La noche la pasamos en el interior de una cabaña, una de las muchas que se podían divisar en Puertos de Áliva, y que nos sirvió de Refugio para el viento, os podéis imaginar que la comodidad era la justa y necesaria.
El día siguiente comenzó con el sol aún sin salir, la luz de la luna aún desprendía luz suficiente como para ignorarla, y la paleta de colores era impresionante, cambiante a cada minuto que pasaba mientras el sol subía en el horizonte, abriéndose paso entre las montañas. Embobados por todo ese paraje tan diferente, descendimos hasta un bosque lleno de hojas marrones, apunto de desprenderse al suelo, una foto sacada de un libro de Tolkien. Un descenso espectacular bordeando el bosque, con subidas y bajadas, con hojas por los tobillos, mientras algunos comenzaban la subida, nosotros dejábamos atrás las altas montañas, ya pensando en nuevas rutas por el resto del Parque Nacional.
(Jorge Precedo) -. Desde 2011 he tenido el Parque Nacional Picos de Europa como un lugar mágico, no sólo porque allí realicé uno de los mejores viajes de mi infancia, sino porque siempre me ha atraído las aventuras por bosques y parajes naturales, me teletransportan a películas fantásticas y de ciencia ficción, la imaginación corría demasiado rápido en mí.
Este viaje ha supuesto un reencuentro con este paisaje, el de montaña, tiene esa atracción de día y de noche, una forma diferente de sentirse en el medio, y esta vez, hemos realizado un viaje entre amigos y dispuestos a vivir durante un día en el Parque Nacional. Ha sido una experiencia espectacular, única y de desconexión, espero la llegada de la estación primaveral para volver por otros lugares de la Reserva, y seguir difundiendo este lugar en redes y a través de esta asociación.
(Oscar Lage) -. Al principio de este viaje solo pensaba en ser atacados y devorados por un oso, pero los otros dos aventureros me convencieron para hacer este viaje mediante cachopos, sidra y fabes. Al final resultó ser un viaje increíble de los que quieres repetir en cuanto terminan. Las imponentes montañas delante de nosotros y el ruido del viento por la noche hacen que te sientas afortunado de poder estar allí y disfrutar de todo aquello. Pasamos la noche en algo que parecía ser un establo, pero a quien le importa cuando puedes dormir en medio de uno de los mejores paisajes de nuestro país y despertarte caminando viendo salir el sol entre las interminables montañas. Al final, se nos hizo demasiado corto.
En definitiva, desde El Camino Sostenible no sólo animamos a la gente a seguir realizando este tipo de turismo más sostenible con el medio y donde se pretende tener el menor impacto posible sobre el medio natural, sino también seguir defendiendo y divulgando estos parajes, entornos naturales magníficos que existen dentro de nuestro país y que son lugares de referencia en Europa. Es nuestro deber defenderlos y preservarlos para las próximas generaciones. Que imponente es para una persona adulta este tipo de lugares, nos encantaría imaginar a cualquier niño o niña disfrutar de estos lugares; de las altas montañas, de los cambiantes paisajes, de la calidad del aire, de la variedad de animales que residen en este hábitat. En definitiva, de una convivencia real con la naturaleza, con nuestro ser. Más longevos y colosales son estos lugares, que empequeñecen a uno y le recuerdan que sigue formando parte de un todo.